jueves, 7 de enero de 2010

La Cama.

Pasadas las fiestas nevideñas, año nuevo, los reyes, comilonas, desplazamientos, invitados a porrillo, conversaciones que no van a ningúna parte en un tumultuoso tintineo de copas y risas y, la consecuente falta de descanso, coges la cama con verdadera satisfacción cuando termina ese traumático y obligado "estado de consumo".

Se dice, o por lo menos se piensa: "...que gran invento el tio que inventó la cama..." - pero, ahí ni empieza ni termina lo que es la cama, cama...

Cuando se dice, hacerle la cama a alguien se está diciendo en terminos coloquial hacerle, la puñeta. Entonces la pregunta es: la cama es buena o es mala? El Cuervo piensa que la segunda versión es la correcta por distintas facetas que trataremos de ir desgranando una a una, y cuya segunda parte, más íntima, sera objeto más adelante, de otro comentario del Cuervo.

El primer paso es bastante benigno por cuanto se trata de modelos sin más. Pero la pega es que existen tantos modelos y medidas que a la hora de comprar, te quedas echo un taco, pero ahí no acaban las dudas ya que te encuentras con una gama increible de modelos: somieres articulados de toda la anchura o media anchura, canapés, de madera, de hierro, laminas de fibra o de madera, anchas o estrechas, patas desmontables (que después no te sirven para otro modelo), o patas fijas, barra metalica en el centro o no, tabla de madera prensada para evitar el hundimiento y además recomendable para la espalda... y mil cosas más que paso por alto, pero que te complican la vida.

Si eres bajito y tu pareja también, sin problemas. Puedes comprartela de l,80 de largo y si no sois demasiado gordos 1,35 de ancho puede bastar...¿ pero si un día te visita familia de "nueva generación" entonces dormirán con los pies al aire... Luego, tendrás que tirar de metro para medir el espacio de las mesillas de noche y las medidas de la habitación. Si se trata de una de esas casas pregonadas en su día por cierta Ministra, de veintisiete metros cuadrados, la cosa se complica aún más.

El segundo paso es más simple si cabe que el primero, ya que dispones de las coordenadas y solo tienes que pedir un colchón en función de las medidas que ya tienes. Pero la dificultad estriba en el modelo del colchón y, por supuesto, del precio.
Vas a los grandes almacenes con la mitad de la familia, os acostais en todos los modelos y marcas que están en exposiciòn. Te gusta un modelo pero no existen las medidas que tu quieres. Entonces empieza la noria de colchones: de muelle, blando, duro, una parte de muelles y arriba de latex, una parte de latex duro abajo y viscolatex blando arriba. Piensas en los comentarios de los abogados del diablo que aseguran que ciertas personas son alérgicas al latex; y eso te frena un poco. Tambien te frena la almohada que parece durisima... Porque, sea dicho de paso, el modelo que más te gusta es el más caro y para liar más la pelota tu familia no opina igual que tú. El vendedor tambien te ofrece otros modelos enrrollados hechos en Taiwan, baratisimos, pero...la duda persiste.

Pasados todos en revista, te decides por uno; te lo llevas a casa y crees que ya podras dormir tranquilo gran parte de tu vida, pero te martillean la cabeza diciendote que los colchones hay que cambiarlos cada cinco, siete o diez años...

La cuestión de sabanas, edredon y colchas es otro poema. Ya no puedes comprar sábanas de l,35 o l,50 - te ponen unas medidas extrañas en el envoltorio y te arman un nuevo lio. Le dices a tu mujer que la colcha arrastra por el suelo y te contesta: "...es que estas que son de encajes, no hay que estirarlas demasiado sino, arrastran por el suelo..." - Como dice el otro: "si el periódico lo dice es que es verdad..."

Después le toca el turno a la sábana ajustable al colchón - ayudas a tu mujet a ponerla pero tu lado no encaja ni queriendo - sin embargo su lado ha quedado perfertamente encajado a la primera de cambio. Tu lado se resiste y ella te dice "...espera, lo pongo yo..." - estira bien, lo pone y tampoco encaja, se lo dices y te contesta "...Es que esta sábana es para un colchón de 1,35 y esta cama mide un metro cincuenta..." - Otra de las vertientes es que este colchón es mucho más alto que el otro que teníamos y, claro...no encaja bien. En cuanto a doblar estas sábanas con sus respectivas gomillas es otro engorro. Nunca quedan perfectamente dobladas por más que te mates en doblar las esquinas.

Pero lo peor de todo es cuando ves en la televisión un ácaro de cuarenta y dos pulgadas, entonces dices: coño, lo que faltaba !!!

Ahora veo más claro por qué hacerle la cama a alguien es negativo en lugar de ser sinónimo de descanso y relajamiento.

El Cuervo.