A la vista de los comentarios anteriores y para pisar sobre seguro, compro todos los ingredientes necesarios para hacer el gazpacho, incluido un tarrito de pimentón para darle algo de color, sin embargo el tendero y una señora me miran por encima del hombro cuando le digo que es para un gazpacho. Ya sé que muchos no lo ponen, pero yo sí, solo un poquito para darle color, y resulta muy bueno.
La primera vez que lo hice con mi hija, se me fue la mano, y lo que es color color, lo tenía, pero lo que no tenía era la aprobación de mi hijja "el tercer crítico en discordia" que se paso toda la comida protestando. Pero yo digo siempre lo mismo: "... La crítica es airosa, pero el arte es difícil..."
La "Operación gazpacho empieza sobre las tres de la tarde, procurando no olvidar ninguna recomendación: "... Ojo, hay que quitar las pipas del pimiento... Una suerte que no haya que pelarlos, todos tenían forma de ocho - El ajo no lo cortes tan pequeño, sino la Turmix no lo coje - No peles el tomate (otro golpe de suerte ya que me desagrada soberanamente ponerme de caldo hasta los codos, porque entre otras cosas el tomate tiene que estar más bien pasadito) - El pimiento y el pepino, el poquito de cebolla, no merece la pena cortarlo demasiado pequeño; al contrario, trozos grandes, la Turmix los coje mejor - Cuidado con la cuchara, el pimentón, la cantidad de agua, el pan duro, el aceite, el vinagre..." Todo estaba listo según los cánones de los maestros. Solo quedaba pasarlo por la Turmix y... comerlo pero :
Donde está el vaso para poner todo eso? Seguro que tenemos que tener algo por ahí - salvo que esté en Valverde del Camino, en Madrid o en casa de una vecina.
Como soy hombre de recursos, abandono mi mesa llena de cosas, cojo de la basura una botella de litro y medio de leche que ya había tirado, y tras buscar unas tijeras por toda la casa (unas tijeras no se pueden dejar en cualquier sitio... si entra un ladrón y está a mano la puede utilizar como arma y, en el mejor de los casos, si te la roban o sencillamente desaparece... trae mala suerte.
Por supuesto que ningún ladrón la encontrará , en cuanto a perderlas; resultaría un tanto complicado perderlas más de lo que ya lo están...Cojo un cuchillo que no corta y lo cambio por uno de sierra pero, tras el descalabro de los filos voy en busca de una cuchilla de afeitar y procuro cortar lo más limpiamente posible la parte de arriba de la botella de leche, cuyo interior lavo cuidadosamente. Eureka! ya tengo un esplendido vaso, pero de dudosa estabilidad... Meto el último invento dentro de una cacerola pequeña calando el todo con unos paños de cocina, porque lo que ya faltaría, es que el vaso se tumbará...
Ya, solo poner la batidora en marcha y dentro de un cuarto de hora estare degustando un laborioso pero perfecto gazpacho. Sería un poco como aquel conocido que tiene dos melocotoneros enanos en su pequeña parcela pero que cuando coje los cinco melocotones que da cada arbol dice que son los más sabrosos, los más dulces, los más aromáticos, etc...que ha comido en toda su vida. Por lo visto son los únicos melocotones que proceden de la tierra... de un arbol, esos, los suyos, los cinco melocotones... A buen seguro que mi gazpacho sera la digna réplica a esos famosos cinco melocotones.
Afortunadamente la Turmix estaba en un sitio muy visible. ültimamente la estaban utilizando mucho en casa. Tal vez por eso estaría algo rota la parte que sujeta los cables. Como me gustan las cosas bien hechas, procuro llevar una especie de sujetador de plástico al lado de la salida, separando y sujetando los cables, para que estos no se mueva por dentro del aparato.
El suave ronroneo de la batidora me colma de satisfacción a pesar de un pequeño fallo técnico que advierto enseguida pero que no creo tenga demasiada importancia. Mi mujer me dijo, entre todas las demás recomendaciones, que eran muchas "... Lo duro arriba y lo más blando abajo, sino se desborona demasiado..." Yo, con mis problemas de vaso, sal, tijeras , y mi mesa tipo baratillo llena de todo, hice exactamente lo contrario. Me di cuenta rapidamente pero, quien lo ponía otra vez todo al revés con el tomate y el pan mojado arriba del todo ? Total, que más daba, si luego todo seríá más o menos igual.
La máquine responde perfectamente: el pan y el tomate se convierten rápidamente en una relativa papilla pero, oigo el ruido característico de un mal contacto. No puedo seguir; un corto en estas condiciones me dejaría sin luz o estropearía la máquina. Dejo la Turmix dentro del bote en equilibrio sobre la pared de azulejos, pidiendo a Dios que no se tumbe todo, y voy a buscar un destornillador que tengo en mi mesilla de noche para las emergencias.
Esto de las herramientas, es lo mío... con la batidora metida dentro del vaso-botella, destapo la tapa y veo un cable, cogido por un solo hilito grueso como un pelo, que está a punto de romperse. De haber tenido tres o cuatro hilos lo hubiese dejado para más adelante, pero uno...
A buen seguro que al montar nuevamente la tapa, el hilo se rompera y el cable suelto se paseara por el cajetín-registro y provocará un corto-circuito...
Angel el perfecto, el hombre de los mil y un recursos decide arreglar la avería sobre la marcha. Sacar la batiodora del bote, lavarla sin mojar la parte electrica, secarla, buscar un soldador, el estaño etc. Tengo la impresión que todo esto se está convirtiendo en un cuento chino y me siento un poco impotente, sobretodo si has tenido la suerte que todo esto te ocurra en medio de un gazpacho...
Con mil dificultades (no tenía ácido ni papel esmeril para limpiar los polos) consigo dejar caer unas gotitas de estaño en el sitio óptimo y, porfin, la "operación soldadura" ha terminado felizmente...
Enchufo nuevamente la batidora con mucho cuidado dado que el cajetín es muy pequeño y da la impresión que todos los cables están juntos. Pulso el botón de marcha = Nada. Le tomo un poco más de confianza al asunto, toco por aquí y por allá y... Paaaf - oigo un auténtico pistoletazo. Las previsiones de Michel de Notredame (Nostradamus) se van cumpliendo...El motor o lo que sea está completamente quemado y la luz se apaga. Eso no me preocupa demasiado ya que sigue habiendo la luz día y los plomillos, en el cuarto de contadores ya los arreglaré antes de que me pille la noche - algún cablecillo encontraré por ahí, y le haré un perfecto nudo de corbata al enchufe de porcellana...
Guardo la máquina y aunque el gazpacho ya se me está indigestando, no me doy por vencido. Vuelvo al "gran armario empotrado" y busco algo que me pueda servir, sin saber exactamente qué. Encuentro un pequeño morterito de madera con una maja también de madera apenas más grande que un rotulador. Por supuesto que el descubrumiento no eran las minas del Rey Salomón pero tal vez podría servirme. Recuerdo que mi madre, antiguamente, hacia el gazpacho con un mortero y muy picadito - claro que este morterito de madera que he encontrado, es tan pequeñin..
Bueno, a los grandes males, los grandes recursos; vuelco todo en una fuente de cristal bien honda y me pongo a "sacar" grandes trozos de pimiento, pepino, ajo etc.(porque recuerden que había que cortarlos grande, para la batidora). Sin embargo existen dos problemas: el primero es que el mortero era demasiado pequeño y con forma de vaso campaniforme por lo que la pequeña maja no llega a los rincones en su base - y el segundo, que para mí es el peor, es que los grandes trozos de pimiento, pepino y cebolla no se majan así, por las buenas...y cuando están llenos de aceite y vinagre salpica que da gusto.
Con todo esto, mi cocina, la mesa, herramientas, botellas y un montón de cacharros por todas partes, la moral empieza a flaquear. Claro que mi mujer "eso" lo arregla pronto: le pide la batidora a una vecina y sino a la otra, pero yo no podía hacer lo mismo porque pensarían, de entrada, que era un inepto y porque a las cinco y media, o seis de la tarde en un mes de Agosto en Andalucía, llamar a una puerta, es de muy mal gusto...
Deliberando conmigo mismo hice lo único que podía hacer, a mi que no me gusta "mojarme" las manos de comida, ir detectanto (a tacto) y pedazo a pedazo todo " lo duro", es decir esos famosos trozos grandes y cortarlo, lo más pequeño posible (y eso resbalaba...), reintegrandolo inmediatamente en la fuente de cristal: Los tropezones se convirtieron en pedruscos y el líquido, agua con una sospecha de verduras entremezcladas.
Haciendo esta operación que require su tiempo, me puse a pensar en el ser perfecto de Parménides, que era uno, grande, redondo, inmutable etc. y luego llegaron los pluralistas, y lo dividieron en átomos, guardando no obstante cada uno toda su entidad de SER. Pensé también en los Reinos de Taifa... Era exactamente lo que yo estaba haciendo: fragmentar lo más posible
el pimiento, el pepino, la cebolla, el ajo y, lo más desagradable, quitar la piel del tomate aceitoso, ya medio triturado por la batidora.
Terminé de comer "mi gazpacho" sobre las siete y media de la tarde y por supuesto no había ni mantel, ni servilleta ni nada de nada solo el trapo de cocina, la cuchara y un buen plato de gazpacho y con eso no quiero decir un plato de buen gazpacho, solo digo un plato bien lleno de gazpacho (porque, lo previsto, era para dos días...) sobre una mesa llena de cascaras, utensilios sucios, herramientas, cables etc. Me quedaba una sombría recojida, limpiar, fregar, ordenar para que cada cosa fuera a parar a su sitio de origen... y, arreglar el plomillo de abajo. La verdad es que termine agotadisimo. Ah! se me olvidaba, ese día comí mi simulacro de gazpacho y tres melocotones pues no me quedaban fuerzas para prepararme otra cosa. Lo bueno es que eso fue el almuerzo, la merienda y la cena y que ese día me acoste muy temprano pero mis sueños me llevaron a un Eden de verduras y hortalizas lleno de circuitos eléctricos...
Pocos días después, el Rubio mi mecánico de Huelva, estaba lanzado en sabia y profunda dialéctica culinaria con un par de clientes. Cada uno, de forma pomposa y suficiente, decia como preparaba, la puchera, los langostinos a la plancha, la caballas asadas, el perol - seguro que ellos también eran expertos, Arguiñano al lado de ellos era un imberbe monaguillo. Pero, cuando coji la voz cantante, mi introducción fue la siguiente "... pues yo en casa tengo predilección para preparar el gaspacho, porque lo primero que hago es poner........."
Machismo o incontrolada incompetencia con espiritu de superación? No lo sé.
Quiero con este artículo rendir un gran homenaje a todas las amas de casa, a su gran labor abnegada en el pequeño y reducido circulo de sus familiares que no ve, ni vera nunca la luz del día. Como reaccionaríamos, nosotros, los hombres, si nos pusieran el almuerzo a las cuatro o cinco hora de haber llegado al mediodía ? Estas pequeñas desavenencias, esos contratiempos y mil más son para nuestras esposas el pan nuestro de cada día. Contemplemos pues y admiremos su labor y no temamos de rendirle ese tributo, ese homenaje "...Dándole al Cesar, lo que realmente es, siempre ha sido y será del Cesár..." - Han pasado ya muchos años desde el día de mi famoso gazpacho, pero os lo aseguro ese día, ese día la casa, mi casa, tenía fragancia y aroma de mujer.
El Cuervo.
sábado, 5 de julio de 2008
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2 comentarios:
jaja, cuando estabas con tu amigo el rubio y fanfarroneabas de que tú hacías el gazpacho me he visto reflejado...supongo que esconder nuestras debilidades forma parte de ese instinto de supervivencia del ser humano...
Así que para un triste gazpacho usaste una cuchilla, la caja de herramientas entera... menudo circo!. Después de leer esto me apunto el gazpacho como las cosas que no tengo que hacer nunca.
Por cierto muy bonito el final, mas merecido homenaje.
Has conseguido que me ponga nervioso leyendo lo del gazpacho...
Eso es TRANSMITIR!!!
Muy bien contado todo.
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